martes, 17 de julio de 2012

¿Y si nos morimos sin escribir nada?

Si nos morimos sin escribir nada, no habrá un testigo directo de nuestro legado. Nadie podrá leer nuestros pensamientos plasmados en el papel, camuflados con las mentiras del que oculta verdades tan profundas y arraigadas a su ser, que teme perderse con su simple mención. El tiempo nos envolverá con su suave manto, y nuestro ser, antaño tan independiente, se verá invadido por el olvido e intentará negarlo y alejarlo, para fracasar inevitablemte.

Por ello, si nos morimos sin escribir nada, nos buscarán en los demás, en su memoria, en los momentos que compartimos y en los que pudimos compartir pero nunca lo hicimos. Nos buscarán en su pensamiento, en sus opiniones sobre nosotros, todas tan diferentes, todas tan parecidas. Y luego nos buscarán en sus propios recuerdos, hasta la saciedad, hasta que hayan sido tan maltratados que la memoria se vuelva difusa y ya no parezca real. Entonces se rendirán, y dejarán de buscarnos para encontrarnos...

Si nos morimos sin escribir nada, nos encontrarán en el olor de nuestro sudor adherido a esa camisa que no se atreverán a lavar, en los sabores del congelado del último plato que preparamos, en el tacto de la manta en la que un frío día de invierno nos arropamos, y sobre todo nos encontrarán en la soledad, la soledad de una tarde muerta en el hogar que ya no parece el hogar, la soledad de una cama vacía que parece que jamás se volverá a llenar.

Por ello, no debemos morirnos sin escribir nada, o estaremos destinados a morir con olvido, y ya nunca nos volverán ni a buscar, ni a encontrar.

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