domingo, 28 de octubre de 2012

¿Cuál es el precio de la vida?

A partir de la premisa del Taller de Literautas nº1 he desarrollado el siguiente relato. Espero que os guste.


El tintineo de una campanilla, una sofocante ráfaga de aire y el estremecimiento de la puerta al cerrarse anunciaban la llegada de un hombre que huía de su presente. Ese hombre era yo, tan solo un desconocido más. Podéis llamarme Mr. Nada. El dueño de la tienda apenas me dedicó una mirada, y con su rostro uno podía adivinar que estaba cansado de la vida. Un hombre esclavo de lo que calla, no tan diferente a mí. Nuestros silencios se saludaron en voz alta.

Observo fascinado la primera réplica española de Excalibur forjada con acero toledano, un cuchillo perteneciente a la antigua realeza borbónica o un MP 28 II utilizado por el bando republicano durante la guerra civil. Tantas armas con las que poder combatir contra mis enemigos, pero ninguna para combatir el paso del tiempo.

Una tienda de antigüedades era el lugar perfecto para huir del presente y sumergirse en el pasado, poder luchar junto al temible caballero Lancelot mano con mano, o cenar entre la nobleza y observar latir la sangre azul bajo un manto de falsa cortesía y de conversaciones esquemáticas, tras las cuales uno difícilmente podía adivinar sus verdaderos deseos y aspiraciones, o luchar nuevamente en el bando republicano por valores que al principio parecen vale toda la sangre que se pueda derramar, pero que se vuelven nimios cuando a uno le pesan las pérdidas.

Pero siempre para volver al presente, aunque sea con el simple ruido de una niña manoseando un libro. Que suerte tiene, todavía es atemporal, no pertenece a ninguna época. Si alguien le dijese que las guerras se libran con espadas y que los magos y los dragones existen en tierras más lejanas, podría creérselo fácilmente y vivir en el pasado como si fuese el presente. Yo ya estoy condenado: No importa lo maravilloso que sea el pasado, siempre se me antojará lejano y tarde o temprano algo me terminará devolviendo al presente.
El presente, había llegado la hora de enfrentarse a él, no más huidas al pasado. Debía salir cuanto antes de allí, pero primero, necesitaba un arma para enfrentarme a él.


El silencio de Baltasar estuvo a punto de romperse al ver salir a aquel hombre con un libro en la mano que no había pagado, pero cambió de idea al ver sobresalir por el centro del libro una de las notas de su nieta en la que se podía leer:
¿Cuál es el precio de la vida?

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