"Se ha dicho que Lou-Andreas Salomé tenía un olfato especial para reconocer a los grandes hombres. En efecto fue amiga de Turgueniev, Tolstoi, Rodin, Rainer María Rilke, y sobre todo los hombres más grandes de los siglos XIX y XX: respectivamente Nietzsche y Freud"
C.Ayala, en la Introduccion de La Interpretación de los sueños.
La historia está llena de personajes cuya existencia será eterna mientras sus nombres sigan plasmados en los libros de historia. A todos nos sonarán nombres como Aristóteles, Julio César, Newton, Einstein. Pero, ¿cuántos de nosotros hemos tenido la suerte de conocer a alguno de ellos en persona? Ninguno. Sí, podremos acceder a ellos a través de sus obras o de lo que escribieron otros de ellos, pero nunca llegará uno a conocer su verdadero ser. Ya reflexioné sobre ello en ¿Y si nos morimos sin escribir nada?
¿Quién no daría lo que fuera por poder tener una charla con Nietzsche, un hombre capaz de afirmar que es un destino? ¿O por estar presente en uno de los consejos de guerra de Julio César y observar atónito su increíble estrategia militar? A uno le da por soñar que puede, y en los sueños uno le cuenta a Freud esos sueños, y uno sueña en el mismo sueño que él los interpreta, con resultados asombrosos. Pero uno despierta, y se da cuenta de que es imposible sentarse a charlar con alguno de estos grandes hombres.
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