viernes, 12 de diciembre de 2014

Interstellar: El otro héroe

Lo que pretendo llevar a cabo con este artículo está lejos de una crítica; no estoy especializado en el cine. Tampoco criticar la veracidad de los aspectos científicos de la película; no soy ni físico ni astrónomo. Lo que sí quiero hacer es intentar plasmar una reflexión sobre uno de los personajes de la película, y lo que de sus acciones podría derivar. A partir de este momento presumo que solo leerán el artículo aquellos que hayan visto la película, y los que no se encontrarán con una gran cantidad de destripes[1].

Cooper (Matthew McConaughey) salva a los habitantes de la Tierra y consigue que la dra. Brand (Anne Hathaway) llegue a un nuevo planeta habitable, en el que va abriendo camino para cuando lleguen los terrícolas. ¿Y qué ha tenido que hacer para ello? Algo tan simple como entrar en contacto con el pasado, tras acceder al centro de un agujero negro. Pura intuición. Y aún así sobrevive, se reencuentra con su hija, ya anciana, y nos dejan caer que reencuentra el amor con Brand. Hollywood lo hace de nuevo, clásico final feliz. A pesar de ello, bravo; se trata de un increíble filme. 

Sin embargo, permítanme ustedes, en un acto de fe, que viajemos al pasado por un momento. Siéntense conmigo en la sala de cine, en el momento en el que Cooper conoce al dr. Mann (Matt Damon), increíble "villano". Nos adentramos ligeramente en ese oscuro personaje, un pobre hombre al que la soledad ha estado consumiendo durante años, que esperaba a estas alturas morir solo, y que en su desesperación ha enviado falsas señales positivas sobre su planeta. Cooper y Brand descubren entonces que han sido engañados: no existe la posibilidad de salvar a los habitantes de la tierra. El plan A siempre fue una mentira. Cooper decide entonces que ha de volver a casa, se lo prometió a su hija; pero antes, él y el dr. Mann se dirigen a la parte habitable del planeta.

Estamos en el cine, recuerden. El dr. Mann comienza a atacar a Cooper. y descubrimos que nos ha estado mintiendo, que el planeta es inhabitable. Tras este absurdo pero trascendente combate en el vacío fantasmal de este planeta, se encuentran cara a cara, y el dr. Mann, en un acto de locura, o quizás de la mayor cordura que jamás haya existido, comienza a golpear su casco contra el de Cooper. Y es el casco de Cooper el que se rompe. "Lo sientes, ¿verdad? El instinto de supervivencia. Es lo que me movió a mí, es lo que nos movió a todos; y es lo que nos va a salvar. Porque quiero que nos salvemos todos. Lo haré por ti Cooper. Lo siento." Y se aleja del moribundo Cooper, porque no lo puede ver morir; es incapaz de presenciar la brutalidad que acaba de cometer. Sin embargo, le acompaña mientras el irrespirable aire lo va matando poco a poco, le recuerda que sus hijos están con él para reconfortarlo. Y Cooper muere -permítanme este otro acto de fe-.

El dr. Mann asume ahora el mando de esta odisea espacial. Comunica el accidental fallecimiento de Cooper a sus compañeros. La dra. Brand acepta resignada las mentiras de su padre. Se preparan para llevar a cabo el plan B. Mientras viajan hacia el último posible planeta habitable, que resultará serlo, el dr. se intenta convencer a sí mismo, una y otra vez, de que ha hecho lo correcto. Cooper nunca hubiera aceptado llevar a cabo el plan B; necesitaba volver a la Tierra, volver a ver a sus hijos. La raza humana se hubiera extinguido por su culpa. Si se nos dijera que, más allá del horizonte de ese agujero negro, Cooper iba a encontrar la clave para salvar a los terrícolas, nadie lo hubiera creído. Una idea de locos. Hemos de ser objetivos. El planeta Tierra se muere, y si no llevamos a cabo el plan B, con él se muere la humanidad. En eso piensa el dr. Mann mientras pisan por primera vez nuestro nuevo hogar.

Creamos que funciona, que la colonia humana ha sido efectiva, y que ya son miles los humanos que viven en ese nuevo planeta. Quizás el dr. Mann es ya una simple leyenda, un muerto olvidado en el pasado. Quizás incluso confesó su crimen, carcomido por su conciencia, antes de morir. Pero no cabe ninguna duda de que él sería considerado como el salvador de la humanidad, el único que fue capaz de sobreponerse a su individualidad y entenderse como parte de una especie, una especie que gracias a él sigue viva. Si esta hubiera sido la Interstellar que todos vimos, no cabría duda de que el dr. Mann, que de primeras se nos presento como un villano, es el verdadero héroe, el salvador de la humanidad. Sin embargo, Hollywood ha vuelto a ganar la batalla. Aún así, nunca podré considerar al dr. Mann un villano. Siempre será, al menos, el otro héroe.

1 comentario:

  1. Hay de notar que tu reflexión fue y es muy interesante pero, depende del punto de vista. El Dr.Mann, quería ''salvar a la especie'', ocultando debajo la carta del egocentrismo. No buscar una solución, y dejar a las miles de almas en la tierra. Creo que la mismísima arrogancia mató a Dr.Mann con sus hermosas palabras: El instinto de supervivencia es lo que nos mueve a todos, y es lo que nos va a salvar —siendo breve—. Al final, el instinto fue de Cooper, y el Dr.Mann... murió por el instinto ''individualista''.

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