domingo, 17 de junio de 2012

Granitos de arena

''Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede predecir donde acabará su influencia''
H.D. Adams

Es interesante como uno evoluciona a lo largo de un curso. No parece ser la misma persona la que empezó que la que termina. Aunque esto al personaje de Borges, Funes el memorioso, le parecería evidente. Ya le es molesto el simple hecho de que ''[...] el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)''. Uno cambia sin apenas ser consciente del cambio que está sufriendo, y se despierta un día y al mirarse al espejo, a pesar de tener el mismo aspecto, se da uno cuenta de que no es el mismo.

Pero, ¿qué es lo que lleva a uno a cambiar, a evolucionar como persona? Probablemente sea una mezcla entre los conocimientos que uno va adquiriendo y lo que le va pasando. Normalmente estas dos cosas se juntan en la interacción con otras personas, que pueden aportarnos una gran diversidad de valores y sabiduría sin que apenas nos demos cuenta de ello. Incluso en aquellos casos en los que nos perjudican, nos otorgan una experiencia que nos permitirá actuar con mayor prudencia la próxima vez.

Por ello, se hace realmente importante la labor de los profesores. Ya sea su manera de dar clase, los contenidos de esta, o simplemente la visión de la vida de éste, influirá en sus alumnos inevitablemente, en menor o en mayor medida. Probablemente la mayoría de ellos no tengan conocimiento de en que medida influyen sobre sus alumnos, ya sea para bien o para mal. Sin embargo, muchos de ellos se ven condicionados por un sistema educativo que deja mucho que desear, y más lo hará tras los recientes recortes.

De todas maneras, mi experiencia personal ha sido satisfactoria. Me voy a la universidad orgulloso de poder haber estado donde he estado. Dedicado a todos aquellos, profesores o no, que a lo largo de estos años han aportado su granito de arena, gracias a los cuales soy quien soy hoy en día.

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