Una vez entendemos que cada uno construye su realidad a través de su manera de interpretar el mundo, de construirlo a través de su memoria, nos encontramos con una gama tan variopinta de realidades, que su definición carece de sentido. Pronto uno se da cuenta de la relatividad de las verdades, y de que lo que ocurre verdaderamente para unos, es una falacia para otros.Por ello nos encontramos con un concepto muy interesante, que abre un gran abanico de interpretaciones sobre el mundo, alrededor del cual muchos autores han creado bellas obras de arte.
Los Hermanos Wachowski nos introdujeron en una realidad informática, Matrix, de la que habíamos caído presos, de la cual algunos escapan para encontrarse con una oscura y dura realidad, mientras otros siguen sumergidos en las tinieblas de las ilusiones humanas.
Cristopher Nolan juega con nosotros en Origen a través de los sueños, esos falsos recuerdos que con el tiempo se vuelven incluso más reales que nuestros verdaderos recuerdos, capaces de hacer aflorar lo mejor y lo peor de cada uno.
Christian Bale en El maquinista |
Incluso García Márquez nos advierte de los problemas que puede acarrear la memoria a la hora de establecer una realidad en Crónica de una muerte anunciada, al ser imposible certificar incluso el clima del día en el que iban a matar a Santiago, debido a los contradictorios testimonios de los testigos.
Cartel promocional de Memento |
Charlie Brooker nos presenta un curioso artefacto en el tercer capítulo de Black Mirror, gracias al cual somos capaces de almacenar todos nuestros recuerdos y de compartirlos fácilmente con el resto. Inolvidable la escena en la que Toby Kebbell, el protagonista, cada vez más obseso y celoso, repite una y otra vez la escena de una cena en la que se encontraban su mujer y el ex-novio de ésta,.
Así nos damos cuenta de que lo real es aquello que formamos racionalmente a través de nuestra memoria, sueños y razonamientos, y entonces estos se convierten en lo real para cada uno de nosotros. Intentamos en vano esculpir la realidad con un cincel tan ineficaz como es la mente, y con unos materiales tan confusos como lo son los recuerdos y los sueños, para descubrir una escultura sin límites visibles, demasiado difusa.
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