domingo, 6 de mayo de 2012

El otro opio del pueblo

''La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo''.
Marx, Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.

Que la religión ha sido el opio del pueblo durante siglos es una verdad innegable, que nadie con una cultura mínima pondría en duda. Hemos presenciado cómo la Iglesia poseía un poder igualable al de los imperios de antaño, y cómo su influencia llegaba desde los reyes hasta los campesinos, pasando por la creciente burguesía. Así, la gente aceptaba el sufrimiento de este mundo al poner sus esperanzas en el Más Allá, de manera que la capacidad revolucionaria del pueblo se veía completamente reducida.

Hoy en día, en una sociedad ideológicamente más avanzada, (o más retrógrada, depende de la interpretación), la religión ha ido perdiendo cada vez más fieles, quién sabe si es debido a la falta de entretenimiento de las misas, o si es debido la superación intelectual, que tal y como decía Feuerbach, es suficiente para superar a la religión; o si es debido a totalmente lo contrario, que ahora seamos más estúpidos que antes y que las ideas de la religión sean muy difíciles de captar. Sea cual sea la razón, es incuestionable que, al menos en España, la cantidad de creyentes ha ido disminuyendo desde los principios de la decadencia del régimen franquista.

Sin embargo, a las clases dominantes les interesa que siga existiendo el opio del pueblo, y ha encontrado un buen sustituto en el fútbol. Es tan sencillo que es complicado de entender. Mientras que antes la gente proyectaba sus ideales en Dios, ahora lo hace en la estrella favorita de su equipo de fútbol. Si antes esperaba encontrar el éxito en el Más Allá, ahora puede disfrutar de la victoria de su equipo. De esta manera se consuela el hombre, que con tanto fracaso en su vida diaria, ve en el fútbol la salvación.

Así, algo que no debería ser más que una afición, pasa a convertirse en una especie de religión, pero mucho más entretenida, de manera que también proporciona diversión. El ocio del pueblo se convierte en su opio.

Debido a todo lo anterior, nos encontramos con una sociedad con un conocimiento futbolístico muy superior al político, una sociedad que está dispuesta a introducirse en batallas durante un partido de fútbol por simple pertenencia a un equipo u otro, pero que se queda en casa durante las huelgas en lugar de acudir a las manifestaciones; una sociedad más preocupada por los fichajes de los clubes que de los recortes del gobierno, que no duda en recortar en sanidad y en educación permitiendo, por el contrario, que tanto la Iglesia, la Casa Real o ellos mismos, puedan seguir disfrutando de las mismas prevendas. Ya lo resaltaba hace menos de una semana Alberto Garzón Espinosa, político y economista español, Diputado en Cortes Generales de España por Málaga, en su Twitter: ''Y pensar que muchos están más atentos a Guardiola que a los hachazos que da el PP a los servicios públicos y la calidad de vida...''. Indiscutible: el fútbol es el otro opio del pueblo, y en nuestras manos está despertar antes de que sea demasiado tarde.

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