El nombre del viento

''He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. 

Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.''

Patrick Rothfuss, El nombre del viento.

Aún recuerdo aquella fría tarde de otoño, en la que investigando en la estantería de un amigo, me topé con El nombre del viento y su intrigante sinopsis. Entonces supe que tenía que leerlo, y sin pensármelo lo tomé prestado de mi amigo, quien ni siquiera lo había leído. Apenas sabía de que trataba, y mucho menos me esperaba una novela de fantasía, un género del que ya estaba hastiado, pues tras leer decenas de novelas del género, George R.R. Martin, del que os hablaré en el próximo artículo, parecía el único capaz de ofrecer algo nuevo a un género tan exprimido. De haber sabido que se trataba de una novela de fantasía, probablemente lo hubiera recolocado en el mismo lugar donde lo había encontrado y me hubiera olvidado completamente de él.

El Nombre del Viento. Crónica del Asesino de Reyes: Primer día es una novela de fantasía épica escrita por Patrick Rothfuss, escritor estadounidense y profesor adjunto de lengua y filología inglesa en la Universidad de Wisconsin.

La obra se desarrolla en un mundo fantástico (ambientado en la edad media) y narra la historia de Kvothe (pronunciado “cuouz”), mago, asesino, músico y aventurero; y cómo se convirtió en un personaje legendario. Usando el nombre de Kote para ocultar su verdadera identidad, regenta una apartada posada llamada Roca de Guía acompañado de su discípulo Bast. Hasta que un día Devan Lochees, un autor interesado en escribir las biografías de las figuras más importantes de su tiempo y conocido como “Cronista” le reconoce y le suplica que le revele su verdadera historia, a lo que Kvothe finalmente accede, con la condición de hacerlo en tres días.

Patrick Rothfuss

Tras haberla leído me pregunté qué era lo nuevo que ofrecía esta novela, qué era aquello que me había logrado absorber durante toda la lectura, cómo había conseguido Patrick Rothfuss un nuevo fiel lector. Las respuestas fueron múltiples. Primero, Rothfuss logra que su obra tenga una musicalidad impresionante, que Gemma Rovira ha conseguido mantener con su magnífica traducción. Segundo, juega con un estilo muy poético, cargado de metáforas, que embellecen aún más el libro. Tercero, maneja con gran habilidad un gran número de personajes, cuidando los pequeños detalles que definen a cada uno de ellos. Cuarto, esgrime con precisión la pluma de la originalidad, en una historia llena de otras historias, de canciones y de cuentos. Quizá es a esta última a la que más importancia le doy. Es admirable como crea las leyendas que surgen alrededor de Kvothe, como estas se propagan y varían, como nuestros antiguos romanceros, transmitidos con la antigua técnica del boca a boca. Un ejemplo de ello, es la historia de como se ganó el apodo de Kvothe el Sin Sangre.

Tras haber sido castigado por la universidad a recibir tres latigazos en la plaza, en un evento público al que podrían asistir todo el alumnado de la universidad. Al subir a la tarima donde se llevaría a cabo el castigo, Kvothe se quita la camisa, a lo que el ejecutor le dice que no es necesario que se la quite, para que no le duela tanto. Kvothe, con una sonrisa en los labios, responde: ''No pienso estropear una buena camisa''. Luego, recibe los tres latigazos sin derramar ni una gota de sangre. Todo el mundo contempla sorprendido como Kvothe se baja de la tarima como si no hubiera pasado nada. Nadie sabe que se había tomado una sustancia capaz de evitar que sangrara. Entonces, la historia se propaga. La historia se hace leyenda.