domingo, 29 de abril de 2012

Santiago Gil, pura emoción

''13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie. Escribo a ciegas."
Kursk.

Santiago Gil, nacido en 1967, y licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha trabajado en medios de prensa provincial y nacional, así como en distintos gabinetes de comunicación; ha publicado las novelas Por si amanece y no me encuentras, Los años baldíos, Un hombre solo y sin sombra, Cómo ganarse la vida con la literatura y Las derrotas cotidianas; el libro de relatos, El parque, los libros de aforismos y relatos cortos Tierra de Nadie y Equipaje de mano, y los libros de poemas Tiempos de Caleila y El color del Tiempo; y un libro de memorias de infancia titulado Música de papagüevos.

El pasado miércoles 11 de abril, Santiago impartió una charla a los alumnos de 4º de la ESO del Instituto de Educación Secundaria El Calero. Se me brindó la oportunidad de asistir a ésta, a pesar de ser un alumno de 2º de bachillerato, además del honor de poder redactar una reseña de la misma. Para llevar a cabo esta nota de prensa, esperaba contar con los apuntes que recogí a lo largo de la misma, y con la grabación completa de ésta, pero, por los azares del destino y mi poca previsión, el límite de la grabadora estaba en cinco minutos, por lo que solo me pude servir de mis notas. Me viene a la mente algo que dijo Santiago. Para intentar explicarnos cómo a la hora de continuar escribiendo una novela se acordaba de todo lo anterior, nos aclaró que el cerebro estructura la información de manera que cuando lee lo último que había escrito, se acuerda de todo lo anterior, algo similar a lo que nos ocurre cuando nosotros mismos leemos una novela.

Santiago Gil comenzó comentándonos que a pesar de tener un guión, normalmente tiende a improvisar. Así, desde el principio, se nos muestra como alguien natural y espontáneo. Cuando era joven, él no pensaba ser escritor, ni siquiera leía, pues para él a esa edad no hay que leer, hay que vivir, hacer muchas cosas, entre ellas, enamorarte por primera vez y, es normalmente entonces, cuando la literatura llega a nosotros. Las respuestas a las dudas que le asaltaban las encontró en la literatura, en autores como Machado o Neruda, sintiendo en su literatura las sensaciones que estaba viviendo. Santiago nos confesó que lee porque ello ''te hace mejor persona, pues aprendes a entender y a respetar al prójimo. Todos pudimos haber sido cualquiera''. Dicho de otra manera, leyendo desarrollamos la empatía, ''tan necesaria hoy en día en nuestra sociedad. Pero siempre hay que tener en cuenta que cada uno tiene sus gustos, por lo que solo debemos leer la literatura que conecte con nosotros''.

Además nos reveló que se escribe por una necesidad que surge del intento de expresar tus ideas tras desarrollar la actividad de la lectura; la necesidad de afianzarte en el mundo y dejar testimonio con nuestros escritos, volviéndonos personas más completas. Escribir es una cuestión de esfuerzo, que lleva horas y horas de trabajo, una tarea que se debe llevar paso a paso, o como decía Gabriel García Márquez, '' empujar cada día el carro un poco más''. Para Santiago, como periodista, escribir es un oficio, en el cual, estés inspirado o no, tienes que escribir. Gracias a eso descubrió que lo que se requiere para escribir es el esfuerzo. ''Escribimos cuando vamos por la ciudad, recogiendo emociones e impresiones de todo aquello que nos rodea, cargando emociones que liberamos en el papel''.

A lo largo de la charla, Santiago recurrió a la pregunta de ''¿Qué hubiera pasado si…?'', para intentar hacernos ver cómo una simple decisión puede cambiar nuestra vida. Por ello nos recomienda encarecidamente que luchemos y apostemos por nuestros sueños, como hizo él al dejar la carrera de Derecho e irse a Londres a escribir poesía, aunque debido a ello tuvo que trabajar limpiando para un ''déspota''. Gracias a ello, aprendió muchas cosas importantes, y nos aconsejó que tengamos valor para hacer lo que queramos y viajar por todo el mundo. Nos comentó que escribió una novela, jugando con su propia vida, preguntándose ''¿Qué hubiera pasado si me hubiese quedado en Londres?'', demostrándonos que escribiendo, de alguna manera, se puede cambiar la realidad.

Entre sus recomendaciones a la hora de escribir para aquellos que tuvieran inquietudes literarias, cabe destacar las siguientes. Primero, es importante la sencillez a la hora de escribir, pues una de las cosas más importantes es saber comunicarte. Como dice Joan Manuel Serrat, ''lo sencillo no es lo necio''. Segundo, debemos aprender a introducirnos en cada uno de nuestros personajes, empatizar con ellos, de manera que sean mucho más reales. Tercero, hacer uso del ''truco de la morcilla'', igual que la morcilla está atada en sus extremos, y tiene en el interior una gran variedad de cosas, comenzar y acabar con frases impactantes que aten al lector, e introducir todo aquello que queramos contar en medio.

Cuarto, elegir qué tipo de escritor queremos ser, según la distinción de Javier Marías, si de mapa, aquellos que desde el principio ya tienen toda la historia planeada, o de brújula, aquellos que se introducen en las tinieblas con un principio claro, y un final que aún deben descubrir, como es el caso de Santiago. Quinto, encontrar nuestra hora para escribir, siendo su caso de madrugada, pues se levanta cada día a las cinco de la mañana y comienza a escribir, ya que a esa hora, acaba de terminar de soñar, es decir, de crear, porque los sueños son historias. Y sobre todo, perder el miedo a crear.

Finalmente, todos los asistentes a la charla nos quedamos sorprendidos cuando nos preguntó cuáles serían los dos últimos versos que escribiríamos si supiéramos que nos queda poco tiempo de vida. Nos presentó dos casos de personas que escribieron antes de fallecer. Una de ellas fue Antonio Machado, cuyos versos fueron ''Estos días azules, / este sol de mi infancia''. La otra Kursk, un marine ruso, al cual Juan José Millás cita en su artículo Escribir, atrapado en un submarino nuclear soviético enterrado bajo una gigantesca capa de hielo, cuyos versos aparecen al principio del artículo.

De esta manera, concluyó con la charla, durante la cual Santiago no dejó de transmitirnos emoción, demostrando su capacidad de llegar a un público tan joven, dejándonos satisfechos, pero con ganas de más, pues para él, la literatura es emoción. Emoción y esfuerzo.

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